El coach infiltrado - Territorio Empresa
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El coach infiltrado

El coach infiltrado

Foto de Janko Ferlič en Unsplash

Experiencias en el territorio de la empresa. Post 3.

Ayer tarde escuchaba en el gimnasio la crítica de un compañero profesor sobre unas sesiones de coaching para el liderazgo que habían sufrido. No pude resistirme y le comenté que ese proceso era inadecuado, por ser intrusivo con las emociones sin tener consentimiento, por desconocimiento de las dinámicas que ellas y ellos viven, por confundir el propósito y ser solo una exposición basada en el protagonismo de la presunta “facilitadora”.

Un coach genera primero un clima de confianza, para ir desapareciendo, haciéndose invisible mientras facilita la confrontación del equipo con su realidad, sin juicios, no necesita saber los detalles, solo provoca que fluya el grupo, aflore información que conocen, pero no saben que la tienen,…

Ello me impulsado a decidir contar algunas experiencias, vayamos con una de ellas.

Una industria textil, con una fabricación compleja y exigente de turnos continuos tiene un problema con el clima laboral, específicamente con dos trabajadores que empiezan a sabotear el ambiente laboral, con riesgo a contagiar a toda la plantilla en una actitud rebelde. “Mira a ver si los convences para que se vayan”, termina siendo el propósito que parece que le interesa a la dirección, obviamente renunciando a la indemnización correspondiente.

Mi propuesta fue analizar el clima laboral, detectar las causas que habían cambiado una actitud que antes era de compromiso, y con ello seguro que señalar áreas de mejora. Para hacerlo sin encontrar un rechazo frontal, les propuse hacerme pasar por un ingeniero que estaba trabajando en la implantación de la Certificación ISO, enfocándome en los capítulos de gestión de recursos humanos y ambiente de trabajo, y en la medición, análisis y mejora de procesos.

Así pues, tras la salida del turno de mañana (de 6:00 a 14:00 horas), podría realizar con cada grupo una sesión de una hora (pagada a los trabajadores), enfocada en lo anterior, integrando también la evaluación de aspectos relacionados con la motivación. Los dos trabajadores rebeldes formaban parte del mismo turno, y vaya si lo eran, pues participaron casi saboteando el proceso, con humor sarcástico me pusieron a prueba. A las 15:00 horas, al completar la intensa sesión, habíamos conectado y me invitaron a tomar unas cervezas juntos. Fueron 3 horas de “cañas” muy entretenidas, de amiguetes de confianza, pero lo cierto es que la conversación versó sobre la empresa y aquello que podría mejorar la productividad y calidad del trabajo, y en ello pude comprobar que señalaban lo mismo que había indicado toda la plantilla.

Creo que con el informe resultante la dirección tuvo una “foto” clave para resolver las incidencias (de organización y liderazgo, de uso inadecuado de la tecnología y de comunicación interna) que socavaban la productividad, la calidad del producto y el clima laboral. La amenaza de “revolución” era latente y grave, y esa criticidad requería actuaciones conscientes y responsables, transparentes y de diálogo.

No sé si estos dos profesionales fueron despedidos (con su debida indemnización), o si se afrontaron los retos. Lo cierto es que el ingeniero de la certificación ISO no volvió a aparecer para terminar su presunta tarea, solo espero que el aprendizaje por todas las partes fuera finalmente útil.

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